En una póliza de seguros de multirriesgo en el hogar, se aseguran:
Continente: la vivienda y plantas vacías susceptibles de ser aseguradas (garajes, plazas de aparcamiento, trasteros y similar)
Contenido: los objetos que figuran en el interior de una vivienda susceptibles de ser asegurados (Mobiliario, electrodomésticos y objetos de uso personal, joyas, bienes de valor especial...)
Cualquier agente de seguros honesto (si, si: algunos hay) te dirá que tan importante es lo uno como lo otro. Que hay que analizar y valorar en su justa medida los dos elementos y equilibrarlos, ya que, al fin, no dejan de formar un ente único con dos vertientes a considerar, y que tan malo es la infra como la supra valoración de cualquiera de los dos objetos del seguro.
¿ Que observaríamos si jugásemos a aplicar dicha póliza a los humanos considerándolos objetos de un seguro de tal tipo?. Convirtámonos todos de forma consciente y por un ratito en analistas de ese supuesto seguro.
En una primera ojeada, se nos mostraría como algo patente el que en nuestra sociedad, en nuestro entorno, en nuestra cultura, por regla general suele primar el exterior, la imagen ( en adelante, el continente) frente al interior (en adelante, el contenido).
Utilizamos habitualmente como cuasi único criterio de valoración el continente: el aspecto físico. A esto se le suma de forma determinante otro factor: el estatus económico (tanto tienes tanto vales), los posibles, que dirían nuestros abuelos, y el uso y el abuso que de los mismos hacemos a fin de exhibirnos públicamente como poseedores de cosas, llegando al extremo en ocasiones de que algunos se vanaglorian diciendo aquello de que "yo dejo que mi dinero, mis bienes materiales, hablen por mi".
A poco que miremos en nuestro entorno, veremos que los valores que se ensalzan, publicitan y se admiran por parte del gran público de tal artista o de cual empresario, no suelen ser los derivados de su contenido ( del talento, de la capacidad de estudio, de la de sacrificio, de la de entrega, de la solidaridad... ), sino, antes bien, aquellos logros estrictamente materiales y mas groseros: sus mansiones, sus yates, sus vehículos.
Pero dicha adoración del continente que prima hoy por hoy, no se ciñe solo a los personajes o personajillos más o menos público. Aplicamos los mismos criterios a la hora de valorar a nuestros vecinos de portal, a nuestros compañeros de trabajo o de ocio. En definitiva: es la vara de medir que utilizamos indiscriminada y cuasi exclusivamente.
Hemos magnificado el continente hasta extremos grotescos.
Sin ir más lejos: sometemos a nuestro continente a mil y una perrería, incluidas dietas absurdas, cuando no nocivas, torturantes sesiones de gimnasio e incluso, arrostramos el riesgo siempre latente que existe, de sometemos a operaciones quirúrgicas con el fin de que "lo que la naturaleza no nos dio, nos lo de la crujía plástica". Y todo ello ¿para qué?, ¿para cumplir el aforismo de mente sana en cuerpo sano". No, más bien para intentar adaptar nuestro continente a los cánones de la moda imperante en cada momento. Lo importante es la imagen externa.
¿Y qué pasa con el contenido?. Pasa que, el talento, el sacrificio, la dedicación, la bondad y tantos y tantos valores incursos en el contenido, son valores que se cotizan a la baja en nuestra sociedad.
Según parece, todo lo que no se pueda pesar, medir o contar, no pasa de ser mera calderilla.
¿ Como hemos llegado a tal situación?.
En los orígenes de nuestra especie, dicha primacía respondía a una imperiosa necesidad: un continente saludable y bien formado, unido a ciertas aptitudes para la obtención de comida, de cobijo, de capacidad de respuesta frente a situaciones potencialmente peligrosas, eran cualidades imprescindibles para poder cumplir el imperativo categórico de la Madre Naturaleza, el bíblico "creced y multiplicaos".
... Y el tiempo siguió su curso...
Empezó a inclinarse el fiel de la balanza, que antes se decantaba escandalosamente en favor del contenido hacia el continente: siendo necesario el cuidado del primero, empezó a cotizarse al alza los atributos del segundo. Los dirigente ya no eran necesariamente los Hércules, ni aun los Apolos de antaño,( atributos del continentes), ganando terreno los aspectos intelectuales, la lógica. la razón (atributos del contenido). Dicho triunfo parcial también tuvo y tiene sus sombras, ya que tanto el contenido como el continente pueden ser puestos al servicio ya de la luz como de la oscuridad.
La Roma guerrera y conquistadora, fue a su vez conquistada por la cultura de civilizaciones como la griega.
Los nuevos dirigentes ya no necesitaban ejercer de forma directa coacciones físicas para lograr sus objetivos. en el peor de los casos, siempre encontraban quienes, por algunas migajas, les hiciesen el trabajo rudo. Y ¡ Eureka !: dieron con la fórmula mágica para perpetuarse en el poder y someter a la enorme mayoría: pan y circo , por un lado, y represión - tanto física como moral- por otro. Por ciento: esta fórmula sigue siendo aplicada más o menos sutilmente en nuestros días para lograr los mismos fines aunque los medios hayan podido modificarse en lo superficial. Seguimos siendo regidos por la ley del palo y la zanahoria, los disfracen como los disfracen.
... Y el tiempo siguió su curso...
Nacieron civilizaciones. Crecieron. Se desarrollaron. Murieron.
Se crearon reinos, imperios, que cayeron y fueron sustituidos por otros reinos, otros imperios.
.... Y el tiempo siguió su curso...
Llego un momento en que nos autoproclamamos reyes de la creación: lo más de lo mas. Los señores absolutos y con derecho de pernada sobre este, nuestro planeta. La era de la razón.
... Y llegamos al aquí.
Según parece, el continente y todos sus aditamentos es lo que prima. No es que sea el resultado de las leyes inexorables de la selección natural, sino de las dictadas por aquellos que ahora y siempre han manejado y manejan nuestras vidas. Por aquellos descendientes y seguidores de los creadores del becerro de oro.
¿ Hay alguna esperanza de que esto cambie?. Sin duda, y una prueba balbuceante y aun imperfecta, pero un principio y al fin y al cabo, es lo que está ocurriendo con el movimiento 15M y otros similares que se están dando en casi todo el globo.
Es muy duro el abandonar los viejos hábitos, los prejuicios, los estereotipos, las escalas de valores que tan machaconamente nos han inculcado. Pero si nos lo proponemos, si nos ponemos en ello ya mismo, ¿quien dice que las cosas no pueden cambiar?.